El viernes salí del curro con ganas de comerme la ciudad y de paso bebérmela también. Llevaba unos cuantos meses sin salir y eso para una persona que le gusta vivir mas de noche que de día pues…pesa. Así que llame a Sara y le propuse un fin de semana de fiesta nocturna y resaca diurna y sin pensárselo ni un segundo acepto mi propuesta. Llame a Carol pero…ella ahora tiene otro asuntillo entre manos que ya os contare mas adelante. Así que hice mi “mini” maleta y me instale en casa de Sara todo el fin de semana.
La salida del viernes empezó demasiado bien para terminar no tan bien. Cenamos en una tasca, el camareso se paso toda la noche ligoteando con nosotras y la cena nos salio a 5 euros por cabeza. Parecía que la noche auguraba grandes momentos y en eso… no nos equivocamos del todo.
Consecuencias del viernes noche: Dos rodillas moradas, un ojo vampiresco y una lentilla perdida en el espacio sideral.
Consecuencia del sábado noche: 150 euros menos y un subidón de ego descomunal.
El domingo cuando llegue a casa y me senté en el sofá, me puse a hacer balance del fin de semana. Me lo había pasado genial, lo apuntare en la lista de mis noches para no olvidar. Ha sido completito, tapeo, cervecitas, cubatillas, bailes, ligoteo, muuuuuuucho ligoteo, Amanda por el suelo para amenizar la noche al resto de los mortales, hombre clava su codo en mi ojo y me salta una lentilla, mas de la mitad de la noche viendo por un ojo si y otro no, me gasto unos 150 € en una sola noche, ¿en que? eso me gustaria saber a mi. En fin ¿Qué mas se le puede pedir a un fin de semana?
Amanda